El día
de ayer salí de trabajar ligeramente tarde y fui a casa. Yo sabía que mi esposa
no estaba, pues ella sale de trabajar un poco más tarde que yo, por lo que
tenía dos opciones, o me sentaba a descansar un rato, ver televisión, revisar
mi facebook, escribir un poco, o me acordaba que tengo un hogar de dos que
requiere el cuidado de dos y avanzaba las cosas de la casa antes que ella
llegue a hacerlas sola. Opté por lo segundo, opción que últimamente decido
tomar pues me di cuenta que donde viven dos, comen dos, disfrutan dos, pues
también barren, lavan, secan, sirven, cocinan y ordenan DOS. Me sentí bien,
incluso busqué que más hacer una vez concluido lo “básico” de la lista. Calculé
además bien el tiempo, pues mi esposa llegó casi cuando había terminado así que
nos dio tiempo de cenar juntos y conversar sobre nuestro día. Si hubiera optado
por lo primero me sentiría más descansado y ella hubiera llegado a hacer todo
lo que yo hice sin reprocharme nada, pero la cena juntos se hubiera perdido y
la oportunidad de compartir también.
Cerca
de las 10pm teníamos que decidir si irnos a descansar o ver una película que
nos lleve hasta medianoche y por ende, nos robe sueño para el trabajo de hoy.
Insistí, la verdad que bastante, y optamos por ver la película, paradójicamente
una película sobre decisiones. Aunque ya en este punto empiezo a sentir que
todo es decisiones. Decidimos entre tres “finalistas” y nos sentamos a ver “UN SUEÑO POSIBLE” con Sandra Bullock,
película que le valió un Oscar que, luego de verla, debo decir lo tiene muy merecido.
Para resumir y sin malograrle el interés a quienes no la vieron aun, trata
sobre la decisión de una mujer que lo tiene todo de complicar su vida, su
seguridad, su círculo íntimo y social y a su familia por la necesidad de ser
ella misma, de no escapar de su esencia y apostar por quien nadie nunca ha
apostado simplemente porque es lo correcto y porque ve en una necesidad ajena,
una necesidad propia. Ella decide complicarse y eso la hace feliz, la hace
sonreir, la hace sentirse bien, por más que pase lo que pase, que las cosas
salgan bien o mal, que la consecuencia sea la que sea, su corazón sonríe y es
feliz porque siente que es consecuente consigo misma al hacer lo que hace.
Tiene el apoyo de su familia, que no se lo daría si no fuera un matrimonio
sólido de dos que saben quiénes son y porqué están juntos y unos hijos que se
formaron en ese matrimonio. Decidir complicarse cuando lo tienes todo me hace
pensar que vivir complicado cuando empiezas a querer tener algo no es tan mala
idea. Mi esposa y yo vimos mucho de nosotros en esa pareja, fue gratificante y
una buena decisión sacrificar sueño por verla.
Las
decisiones que tomamos nos llevan a la vida que tenemos, somos consecuencia de
ellas y por más que algunas veces nos arrepentimos no podemos cambiarlas, solo
tratar de cambiar sus consecuencias en el camino. Yo debo haber tomado más de
una tonelada de decisiones equivocadas en mi vida, pero algunas buenas
decisiones que tomé le permiten a mi corazón sonreir. Decidí cuando tuve edad para trabajar y
pudiendo ganar bien creyéndome joven para siempre, estudiar y terminar con
mucho esfuerzo mi carrera profesional. Decidí, cuando los caminos
profesionales estaban pavimentados para mí de buenas oportunidades, apostar por
mis iniciativas de negocio, de independencia, de emprendimiento. Es quizás en
esta etapa donde cometí muchos errores pero de ellos aprendí y,
paradójicamente, esa necesidad de huir de lo convencional fue lo que me formó y
me permite hoy hacer lo que hago. Decidí, cuando más de un
doctor decía que no había nada que hacer por mí, vivir y superar lo
aparentemente insuperable. Decidí, cuando lo lógico era
evitar problemas y seguir mi camino, apostar por lo que creí ver en el fondo de
unos ojos iguales a los míos y luchar con uñas y dientes por el amor de mi
vida, luchar contra todo y todos, contra el mundo, la gente, la familia, yo
mismo y muchas veces contra ella incluso por esa certeza que me dictó el
corazón. Hoy es mi esposa y con todo lo bueno y malo del día a día, tomé la
mejor decisión de todas y no me arrepiento ni por un segundo cuando miro atrás
y recuerdo por todo lo que tuvimos que pasar para estar aquí, complicándonos la
vida con nuestras decisiones. Decidí luego de mucho tiempo vivir en paz con quienes me aman y me lo
demuestran a su manera, como mi madre o mi abuela, con quienes puedo discrepar
mil veces pero desde siempre y para siempre son las referentes más importantes
de mi vida y doy todo por ellas todos los días. Decidí poner mi vida en orden,
en paz, en balance.
Somos
lo que decidimos, pero muchas veces olvidamos que también hay otras personas en
el mundo que están tomando decisiones y muchas veces olvidamos que esas
personas están decidiendo pensando en nosotros, así que cuando tomemos
decisiones, que sea para no defraudar a quienes deciden apoyarnos pese a todo,
estar con nosotros siempre y vivir la vida a través de nuestras decisiones.
Muy buen posteo felicito al autor, describe explicitamente lo que debemos de hacer y lo que dejamos de hacer muchas veces, porque nos sentimos cansados sin pensar que quien nos acompaña viene con el mismo cansancio que uno, y es verdad lo hace todo sin decir nada, una lección que me sirve para empezar a cambiar, saludos para ti Fabian.
ResponderEliminarMuy buen post, definitivamente te empiezas a cuestionar las decisiones que tomas en tu vida y que seguirás tomando, depende de cada uno; seguir haciendo lo que creemos correcto vs lo que si es correcto y que a buen entendedor no solo es pensar en nosotros sino también en lo que esperan de nosotros.
ResponderEliminarMuy buena. Esa es la esencia de esta vida,llegar a un punto en el que puedas tomar un respiro y ver el camino que has recorrido. Pero amigo mio, no te quedes en ese punto, hay mas metas que cumplir y mas sueños y anhelos, sin ellos la vida no tendría sentido. Ahora, respira profundo y juntos (tu y ella) continúen el camino...
ResponderEliminarMe gustó el post.
Paz. ¦-)