Mi fiaca
Han
pasado largos, larguísimos meses que no escribía nada y siempre busqué alguna
buena excusa para volver a sentarme frente a ustedes y explicar que fue de mi.
Bueno, finalmente el viernes encontré la mejor excusa o mejor, ya no necesito
una.
El
viernes en la noche, mi esposa y yo decidimos ir (luego de un vergonzoso
tiempo) al teatro pues nos atrajo mucho cierta obra con un nombre algo
particular: LA FIACA. Esa palabra era para nosotros hasta esa noche, extraña.
La sala seleccionada era el Teatro Larco, ubicado en pleno Miraflores en la Av.
Larco muy cerca de 28 de julio, por lo que fue sencillo llegar, el ingreso
ordenado y el staff de la productora impecable, así que nos sentamos a entender
que cosa era esta bendita fiaca.
Desde
el inicio la obra demostró como es posible hacer teatro de calidad y con
actores de primer nivel y, al inicio aun confundidos por la palabrita, luego
fuimos entendiendo que no es otra cosa que una forma de flojera, de huelga
personal, de alargamiento del domingo, en resumen “ganas de no hacer nada” en
día (o días) de trabajo. La obra transcurre alrededor de la idea de un
trabajador ejemplar con una sorpresiva y extensa fiaca, pasando diversas
situaciones con disimiles personajes y haciendo que la audiencia se doble en
sus asientos en sonoras carcajadas desde el primer minuto y durante todo el
montaje. Algo destacable es que pocas veces he visto que el público aplauda
durante la obra, debido a lo destacado de determinada escena o actuación, y en
LA FIACA sucede varias veces.
En resumen, este humilde ignorante les dice que no se
pierdan LA FIACA en el Teatro Larco y, por otro lado, que estoy de vuelta por este
blog abandonado en el tiempo, pues hoy oficialmente termina mi FIACA LITERARIA
y créanme, en ausencia de pluma he acumulado muchas historias, experiencias y
anécdotas que dan para escribir desde hoy y como antes.
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