miércoles, 4 de diciembre de 2013

Pensar en ayer, pensar en ti

Hoy no es el mejor día, de hecho está muy complicado, cargado, si fuera una persona diría que está recontra insoportable y antipático. Hoy no es el mejor día porque ayer lo fue, ayer 03 de diciembre de 2013 tú y yo recordamos y celebramos nuestro Tercer Aniversario de CASADOS. Si pues, tres añitos recién, no diez, veinte, cincuenta como quizás los tenga usted estimad@ lector(a) pero para mí estos han sido los mejores años posibles por la simple razón que me casé contigo. Lo supe desde el día que me propuse conocer esa sonrisa que no me miraba en la otra mesa, lo supe desde el momento que entendí que intentar, insistir, buscar estar contigo era la decisión “complicada”, lo supe siempre y lo sé ahora que no solo nos casamos sino tenemos a nuestra preciosa hija a nuestro lado, lo sabré siempre.

 

Día de correr desde temprano ayer, para poder terminar y celebrarte como te mereces. A eso de las 8:30pm llegó mi cuñadita para quedarse con su “china”, cantarle, dormirla, cuidarla y permitirnos ese momento a solas que no buscamos nunca pues preferimos estar con la bebe, sin embargo ayer, sólo ayer, seríamos tú y yo. Salimos, claros de nuestro destino, en camino al Restaurante Blue Moon pues teníamos hace tiempo la curiosidad por ir, por perdernos en su mundo de botellas y detalles, en sus paredes recargadas, abstraernos un rato del mundo de afuera. Llegamos y nos esperaba todo lo que pensamos, menos el Chef… era tarde, ya se había ido y no era posible atendernos así que recorrimos un poco el local con la promesa de volver y salimos para cambiar de destino, ahora camino a San Isidro y al Restaurante San Ceferino en Dos de Mayo.

 

Ordenamos, cenamos, nos miramos con absoluto amor casi que la cena tenía sabor a mermelada (como diría Pajuelo) y nos perdimos por un rato yo en tus ojos y tú en los míos. Si mi amor, sigo absolutamente enamorado de ti, de tu forma automática de ser bella y atractiva, de tu coquetería y dulzura que proyectas en cualquier espacio que entras, de tu sensatez, de tu brillantez, de ti. Si mi amor, vamos a pedir postre, lo que tú quieras y cuando llamo al mozo (el servicio era impecable hasta aquí) y le digo que queremos pedir un postre me mira algo nervioso, me dice que ya viene su compañero, se va. No entendí pero esperamos, nadie venía, parecía que cortaban la música, ¿se querrán ir? ¿en lugar de postre me traerán la cuenta? Me iba molestando y tú me dices “amor, yo estoy feliz y no me molesto, no lo hagas tú”. Cual válvula de presión automáticamente me desinflé y me relajé cuando a los pocos segundos la música cambia y suena una melodía más bien de bodas… cuando atiné a voltear, el mozo nervioso se acercaba con un postre acompañado de una vela y un paquetito. “Señor, Feliz Aniversario, aquí su esposa le quiere dar este presente”. Era el postre de la foto, era un regalo de lujo, una maravilla que claro, como me conoces tanto, sabías que necesitaba.

 


¿En qué momento? ¿Cómo hiciste esto? No sales de casa por ver a la bebe, cambiamos de restaurante a última hora, no tenías tiempo, no podrías… ¿o sí? Algunas cosas comenzaron a hacerse claras… esa demora con tus abuelos en el almuerzo… la salida de mi cuñada a “comprar” antes de salir, tu ida al baño al llegar al restaurante… TU MAGIA. Eso es todo, TU MAGIA. Nunca tuve la menor idea, nunca fui más feliz. Que te des todas esas molestias por mí, por verme la sonrisa tonta y desconcertada, de sorprender al sorprendedor, de llenar de detalles al detallista, de amarme como te amo, de amarnos como nos amamos. ¿Lo demás? Una vuelta por la playa y a casa… “¡vamos que quiero ver a mi gordita!” y volvimos. Entonces, ¿qué me importa lo feo que está el día de hoy? Con el de ayer tengo para un año, para una vida, para varias vidas, así que todos son días felices gracias a ti.