jueves, 19 de junio de 2014

Extraño la radiola

Casi 400m2, techos altos y adobe. Esa fue mi niñez, esa fue mi vida, así crecí. Esa fue mi casa. En esa casa, me levantaba para escuchar a un pequeño radio marca International que mi Papapa religiosamente prendía e instalaba en la “mesita del teléfono” para escuchar a Don Ramírez Lazo en Radio Periódico de Cora. Recuerdo claramente los “yo soy Cora” y “buenos días Señor Presidente” o “nos preocupa Señor Presidente”.

 

Salía de mi cuarto y mi Papapa estaba bien sentado en el silletón del hall frotándose las manos y escuchando la radio, o bien recorría el pasillo de la casa por décima vez ida y vuelta, ida y vuelta.

 

Mi Mamama por su parte, sonaba por ahí entre los ecos de la casa con su infaltable “Garufa… dicen los que te vieron la otra noche… en el parque japonés” mientras barría cada ambiente, mientras bailaba con la escoba, mientras pintaba con su voz mis recuerdos. Lloro mientras escribo. Nunca podré cambiar, nunca voy a olvidar.

 

Cada despertar era un descubrir ese cuadro vivo y hermoso y solo se ponía mejor cuando coincidían en la sala mi Mamama, la radiola, Gardel y yo. “Ven” me decía meneando el cuerpo al son del tango y me estiraba la mano con una sonrisa que me sigue humedeciendo los ojos. Y es que lo recuerdo vivamente. La radiola de mi Mamama, su mano, mi mano y el ritmo. Ella llevaba, claro, y con un vigor de mucha autoridad pero con mucha alegría, muy juguetona y gozando la música. Y yo feliz me dejaba llevar, y yo feliz volaba, soñaba, quería que fuera para siempre, quería que fueras para siempre.

 

Hoy se me dio por extrañar. Extraño los momentos en que hubiera querido pasear por esa casa con mi amada esposa mostrándole cada rincón, pues cada rincón recuerdo. Extraño ver de lejos a mi Mamama llevando y bailando con mi hija como lo hizo conmigo, la veo en mi mente siempre. Extraño tomar tu mano y esta vez ser yo el que te lleve como nunca lo hicimos. Extraño a mi Mamama, extraño a mi Papapa. Los extraño.

 


Hoy tengo mi tornamesa, hoy bailo con mi hija como tú bailaste conmigo. Hoy espero hacer de ella la melómana enamorada de la vida que tú hiciste conmigo viejita linda. Tú tendrías que haber sido para siempre.



martes, 13 de mayo de 2014

A los 40 con pistola

El meme para esto sería: Vas al cine con tu esposa, te amenazan con una pistola.

 

No íbamos al cine desde ASU MARE. Tenemos una hija de un año 3 meses que es dueña absoluta de nuestra atención y que incluso me dejó sin palabras de que escribir (o me dio demasiadas). Anoche decidimos ir a ver “A los 40” para, además de salir un momento, llevar a los abuelitos de mi esposa al cine y, especialmente, a ver esta película que era lo que querían. Pues bien, llegamos a Cineplanet Primavera (dentro del Real Plaza) y claro, los señores con todo derecho intentaron hacer uso de su beneficio en la fila preferencial. Digo intentaron, pues delante de ellos había una pareja (nada discapacitada) y un sujeto hablando por teléfono. En lo que mi esposa llegaba, la pareja salió bien atendida, lo que ya estaba mal, pero además viendo que detrás habían dos ancianos y otro señor con su niño esperando, el sujeto pretendió ser atendido con normalidad (sin mencionar que la fila principal tenía al menos 50 personas esperando).

 

Mi esposa le explica las razones por las que no podía estar ahí pero él la ignora. Llegando a los 30, casaca de cuero, cabello engominado a lo John Kelvin y una delgada cadena de oro con camisa abierta. Le insiste, pero él se encierra en su teléfono y pide se le atienda rápido. Mi esposa pide con el administrador, a lo que este sujeto le responde “el administrador soy yo” creyendo que con eso se iba a ir y la discusión sube de tono. Yo venía detrás y vi todo por lo que me acerqué y rápidamente me puse entre ella y el “caballero” indicándole que se retire. No había más que explicar o discutir pues no tenía razón para hacer esa mini cola (como posteriormente le diría mi esposa, la discapacidad mental no le da ese derecho).

 

Mi esposa me pasa la voz y en un primer momento no la escucho, atento al tipo, pero me toma la cara y me dice “mi amor, ¿no ves que te está amenazando con su pistola?” y recién en ese momento noté que había retirado su casaca para mostrarme que efectivamente tenía un arma y “¿qué va a pasar si no me voy?”. Argumentó que “soy policía” para no generar tanto nerviosismo con lo que hacía. Con lo difícil que está Lima, no nos amilanamos y forzamos la situación para que no sea atendido y venga el administrador (el de verdad), así como seguridad. El tipo se alejó fastidiado pero vociferando, sin irse del todo y viendo como hacía para entrar igual hasta que los responsables del cine, algo lentos pero reaccionando, llamaron al policía del centro comercial, quien a su manera intervino al sujeto en cuestión. Le pidió su permiso, lo tenía en regla… ¿se lo dan a cualquiera? Claramente. Todo el tiempo se mantuvo malcriado, altanero, prepotente y mantuvo la versión que jamás me amenazó sino que yo lo maltraté, que solo se acomodó la casaca “y el arma se ve pe suboficial”. Siempre llamó al policía por su rango, notándose que está acostumbrado a tener que manipular situaciones con la autoridad. “Te voy a denunciar por difamación, yo litigo y tengo un estudio de abogados, yo me pudro en plata vas a ver” y otras tonterías era todo lo que escuchábamos. Así que el administrador-policía-abogado-millonario terminó escoltado por el policía (quien trataba de explicarle que “los que portamos armas no es para mostrarlas” como abuelita que le pasa la mano al nieto que hace bulling). Se lo llevaron, entiendo que hicieron un parte policial y no sé si al final entró. Para esto, decía que usaba la cola preferencial porque tenía “entradas preferenciales”. No amerita comentario, ¿no?

 

Quisiera decir que gozamos de la película, pero además de lo sucedido, permitieron el ingreso de una niña de 2 o 3 años a la función (película para mayores de 14) y claro, sentada detrás de nosotros, no paró de hablar, toser (totalmente agripada) y moverse durante una película que no quería ver. Lo dejó claro varias veces y no era su culpa.

 

Finalmente, nos retiramos por la salida habilitada desde la sala y terminamos bajando piso tras piso sin señalización, terminando en un estacionamiento sin salida peatonal, y perdidos. Gratísima experiencia para los abuelitos. Ni mencionar que pensaba “este loco me debe estar esperando afuera” y solo venía mi hija a mi mente.

 

Iban a permitir el ingreso de un arma de fuego a la sala (en poder de alguien que claramente no sabe lo que tiene), permitieron que una menor ingrese a una película prohibida para ella y no tienen adecuadas rutas de salida. Señores de Cineplanet, a ver si dejan la ficción en la pantalla y no obligan al espectador a vivir momentos “de película” fuera de ella.