Entiendo que el mundo no sea
sencillo y me siento afortunado de ser amado y cuidado. Entiendo que existe
mucho stress, desigualdad e incomprensión en el mundo y esto cambia según cada
quien y cada realidad… pero que de un momento a otro todo cambie tanto que de
pronto el cielo ruja sobre mi cabeza dejándome sordo y brille dejándome ciego
con destellos que solo pueden significar el fin del mundo como lo conozco, no
lo entiendo. Yo les puedo decir lo que es sentir de verdad el miedo a morir,
entender que en la siguiente explosión allá afuera, mi vida terminará aquí
dentro.
Yo vivo feliz con mi familia, soy
afortunado, en la calle hay muchos que no lo son y que diariamente deben buscar
que comer o donde dormir, no quiero ni pensar como fue para ellos la noche de
terror en que el cielo nos cayó encima. Solo puedo contarles como fue para mí.
Desde que el sol empezó a irse
esa noche, a lo lejos se escuchaban algunas explosiones que tímidamente
anunciaban lo que se venía para mí. Fueron aumentando y me fui preocupando, se
sienten muy cerca. El sol ya se ocultó, sin embargo veo en el cielo explosiones
de luz que no pueden significar nada bueno, de pronto una detonación suena casi
a mi lado y siento pánico por primera vez. Luego otra y otra. Mi corazón late
muy aceleradamente y siento que podría detenerse, rendirse de miedo en
cualquier momento. Las explosiones aumentan, el aire silba por todos lados y el
infierno se desata sin yo poder entender por qué debo vivir algo así o cómo
defenderme. Tengo mucho miedo, la hora avanza y todo sólo empeora, ya me cuesta
respirar de la angustia que siento, el espacio para moverme es limitado y solo
atino a ir y venir una y otra vez. No quiero morir, tengo mucho miedo y cada
ruido me asusta más.
Mi familia me busca, llega a mi
encuentro y me abraza, parecería casi que sienten miedo por mí antes que por sí
mismos. Los amo mucho, pero el terror que siento es tal, es tan fuerte, que no
siento deseos siquiera de estar con ellos, sin embargo me transmiten un mínimo
de seguridad que compensa esta tortura de explosiones. De pronto, como una
sincronizada oda a la muerte, el mundo entero explota en mi oído y el cielo se
enciende por completo. Mi corazón ya no puede más ni yo tampoco, jadeo
cansadamente abrumado por el terror. Pienso en los que no tienen familia, en
los de la calle, en los sin techo. Pienso en que moriré en segundos, pienso en
que no sé lo que pasa ni puedo entender tanta locura y la locura solo aumenta. ¡BOOM!
¡BOOM! …¡BOOM! …BOOM me duele el oído …BOOM me duele el corazón …BOOM mi
garganta se seca …BOOM mi mente colapsa …BOOM …¡BOOM! …¡BOOM! ¿Por qué? ¡¡¡BASTA!!!
¿¿¿POR QUÉ????
NOTA DEL AUTOR:
Finalmente, aunque la locura
terminó, pasaron muchas horas antes que la mascota de la familia saliera del
fondo de su casa de madera. La cantidad de pirotécnicos explotados en la ciudad
de Lima este año fue tal que en sus ojos solo había pánico aun horas después.
Con el pasar del día, fue saliendo y poco a poco fue recuperando la confianza
aunque aún se sobresalta. Seguro en pocos días se le verá más normal, más
seguro aunque NUNCA volverá a ser el mismo. Falta Año Nuevo. Falta vivir lo
mismo una y otra vez cada año. En mi corazón tengo a muchas personas a quienes
quiero y respeto pero si en sus manos hubo un pirotécnico, el que sea, perdónenme
pero los quiero y respeto menos.
Ojalá un día se termine para siempre esta
tortura insensata en la que creemos que destruir nos traerá algo bueno.