martes, 13 de mayo de 2014

A los 40 con pistola

El meme para esto sería: Vas al cine con tu esposa, te amenazan con una pistola.

 

No íbamos al cine desde ASU MARE. Tenemos una hija de un año 3 meses que es dueña absoluta de nuestra atención y que incluso me dejó sin palabras de que escribir (o me dio demasiadas). Anoche decidimos ir a ver “A los 40” para, además de salir un momento, llevar a los abuelitos de mi esposa al cine y, especialmente, a ver esta película que era lo que querían. Pues bien, llegamos a Cineplanet Primavera (dentro del Real Plaza) y claro, los señores con todo derecho intentaron hacer uso de su beneficio en la fila preferencial. Digo intentaron, pues delante de ellos había una pareja (nada discapacitada) y un sujeto hablando por teléfono. En lo que mi esposa llegaba, la pareja salió bien atendida, lo que ya estaba mal, pero además viendo que detrás habían dos ancianos y otro señor con su niño esperando, el sujeto pretendió ser atendido con normalidad (sin mencionar que la fila principal tenía al menos 50 personas esperando).

 

Mi esposa le explica las razones por las que no podía estar ahí pero él la ignora. Llegando a los 30, casaca de cuero, cabello engominado a lo John Kelvin y una delgada cadena de oro con camisa abierta. Le insiste, pero él se encierra en su teléfono y pide se le atienda rápido. Mi esposa pide con el administrador, a lo que este sujeto le responde “el administrador soy yo” creyendo que con eso se iba a ir y la discusión sube de tono. Yo venía detrás y vi todo por lo que me acerqué y rápidamente me puse entre ella y el “caballero” indicándole que se retire. No había más que explicar o discutir pues no tenía razón para hacer esa mini cola (como posteriormente le diría mi esposa, la discapacidad mental no le da ese derecho).

 

Mi esposa me pasa la voz y en un primer momento no la escucho, atento al tipo, pero me toma la cara y me dice “mi amor, ¿no ves que te está amenazando con su pistola?” y recién en ese momento noté que había retirado su casaca para mostrarme que efectivamente tenía un arma y “¿qué va a pasar si no me voy?”. Argumentó que “soy policía” para no generar tanto nerviosismo con lo que hacía. Con lo difícil que está Lima, no nos amilanamos y forzamos la situación para que no sea atendido y venga el administrador (el de verdad), así como seguridad. El tipo se alejó fastidiado pero vociferando, sin irse del todo y viendo como hacía para entrar igual hasta que los responsables del cine, algo lentos pero reaccionando, llamaron al policía del centro comercial, quien a su manera intervino al sujeto en cuestión. Le pidió su permiso, lo tenía en regla… ¿se lo dan a cualquiera? Claramente. Todo el tiempo se mantuvo malcriado, altanero, prepotente y mantuvo la versión que jamás me amenazó sino que yo lo maltraté, que solo se acomodó la casaca “y el arma se ve pe suboficial”. Siempre llamó al policía por su rango, notándose que está acostumbrado a tener que manipular situaciones con la autoridad. “Te voy a denunciar por difamación, yo litigo y tengo un estudio de abogados, yo me pudro en plata vas a ver” y otras tonterías era todo lo que escuchábamos. Así que el administrador-policía-abogado-millonario terminó escoltado por el policía (quien trataba de explicarle que “los que portamos armas no es para mostrarlas” como abuelita que le pasa la mano al nieto que hace bulling). Se lo llevaron, entiendo que hicieron un parte policial y no sé si al final entró. Para esto, decía que usaba la cola preferencial porque tenía “entradas preferenciales”. No amerita comentario, ¿no?

 

Quisiera decir que gozamos de la película, pero además de lo sucedido, permitieron el ingreso de una niña de 2 o 3 años a la función (película para mayores de 14) y claro, sentada detrás de nosotros, no paró de hablar, toser (totalmente agripada) y moverse durante una película que no quería ver. Lo dejó claro varias veces y no era su culpa.

 

Finalmente, nos retiramos por la salida habilitada desde la sala y terminamos bajando piso tras piso sin señalización, terminando en un estacionamiento sin salida peatonal, y perdidos. Gratísima experiencia para los abuelitos. Ni mencionar que pensaba “este loco me debe estar esperando afuera” y solo venía mi hija a mi mente.

 

Iban a permitir el ingreso de un arma de fuego a la sala (en poder de alguien que claramente no sabe lo que tiene), permitieron que una menor ingrese a una película prohibida para ella y no tienen adecuadas rutas de salida. Señores de Cineplanet, a ver si dejan la ficción en la pantalla y no obligan al espectador a vivir momentos “de película” fuera de ella.



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