domingo, 24 de julio de 2011

Reconexión (27/05/2007)

Hace un par de días revisé mi abandonado y ya fosilizado hi5 y, para mi grata sorpresa y recuerdo, encontré ahí antiguos escritos, poemas y reflexiones de años atrás. Empezaré a compartirlos con la intención de contarles un poco más sobre este ignorante, alternando con las publicaciones actuales.

Empiezo con el texto "Reconexión" que escribí el 27 de mayo de 2007 y que trata de romper la sequía tan dura de inspiración que sufrí durante unos años en esa época. Era tal mi desesperación que recuerdo haber escrito sobre no poder escribir, con tal de poder escribir. Cosas de ignorantes, aquí lo tienen sin ninguna edición, el ignorante 2007:

“El pobre infeliz no entendía lo que pasaba, simplemente no tenía permitido decidir. Con esa edad y con tantos tumbos a cuestas, cada ocasión de tomar la decisión correcta se convertía en un tumbo más, la verdad aparente mostraba su verdadero rostro demasiado tarde y lo que debía ser un nuevo comienzo, el inicio de un “ahora sí” se tornaba en otro final abrupto y repentino que se llevaba más de él; simplemente ya no aguantaba más”. Antes escribía mejor.
Intentar escribir para mí es más que un sueño, una difícil tarea; cuando era niño todo era más sencillo, las palabras venían solas al papel e incluso los profesores sentían curiosidad por saber lo último que escribí. Es curioso como poemas dedicados a nadie a los 15 o 16 años hoy cobran tanta vigencia y adquieren propiedad, nombre, rostro, se me hacen casi ausentes, casi no míos para ser de alguien más, es como si estos momentos de hoy los hubiera sentido por adelantado hace casi 20 años. ¿Qué hace que eso suceda? ¿Qué hace que la conexión entre la mano y la mente se anticipe tanto y luego se pierda? En mi lógica siempre he responsabilizado a las experiencias de eso, y es que cuando tienes 15 años la vida es solo soñar con el amor y con el futuro, mientras que según pasa el tiempo, esos sueños se estrellan con el mundo real y te pasa una de dos cosas, o se convierten efectivamente en realidad, en cuyo caso vives tus sueños y escribir pierde sentido, o te das cuenta que el mundo real no es como el que soñaste, recibes un baño de sensatez y empiezas a perder el interés por ese mundo alterno en el que solías vivir. Te vuelves duro. Eso fue lo que me pasó a mí y no me siento orgulloso.
Sin embargo es aun gratificante sentarme frente a la máquina con ganas de sacar algo de adentro y, aunque las palabras no ayuden, aunque la conexión no se restablezca, aunque el universo de Coelho no esté conspirando para mi hoy, me encanta poder aun intentarlo, poder aun sentirme bien a solas con mis pensamientos hasta que llegue ese día en que se ordenen en palabras entendibles y pueda empezar a compartir otra vez.

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