miércoles, 3 de agosto de 2011

Chincha, cuna de campeones – Día 1

Recuerdo el especial momento en que con más entusiasmo que oportunidades le dije a mi esposa “reina, que tal Chincha para 28” y ella logró maravillarme una vez más con su “ya, mostro”. Luego como es lógico, me pregunto que había para hacer por allá y yo le conté de los increíbles potajes, la gente, la jarana y todas las bondades de la región. Ella añadió su cuota de ilusión porque yo conozca al fin Paracas y el trato se selló. ¡Iríamos a Chincha! La nota emotiva la puso el hecho que mi amada abuela, dueña de muchas líneas de esta cruzada, fuera Iqueña y mi recordado abuelo chinchano. Es así que cuando la visité y le comenté del viaje le pregunté por su vida en Chincha pues sería muy interesante y emotivo tratar de caminar sobre sus pasos 70 años después. Mis abuelos se casaron y se fueron a vivir a Chincha Alta en 1938 así que sería una tarea dura, pero sentí desde un inicio que me estaban esperando.
Poco a poco fuimos hurgando en su memoria y encontrando referencias, direcciones, algunos nombres y claro, la que fuera la bebida gaseosa que mi abuelo produjo en los 40’s y 50’s en su natal tierra, la no poco popular CITRON COLA. Con todas esas referencias, llegó la fecha indicada y fue momento de partir. Salimos el 28 de julio muy temprano en la mañana a buscar desconexión, relax, comida y bebida abundante, naturaleza, aventura pero sobre todo, mi titánica búsqueda de la reconexión a mis raíces después de tantas décadas y dos generaciones después.
Aun no habíamos terminado de pasar Cañete cuando una llamada nos reveló que tendríamos grata compañía. Familia y amigos se intersectarían con nosotros en más de un punto, empezando con el almuerzo de 28. Estaban en camino en una pequeña caravana multifamiliar con grandes y chicos. Llegamos a Chincha casi al mismo tiempo y nos encontramos en la Plaza. Una bonita y sencilla Plaza, primer punto fotográfico y referente geográfico de cualquier viajero. Luego, ya muy tarde, notaríamos que nunca nos tomamos una foto ahí.
Éramos un nutrido grupo de 18 limeños entre los 3 y los casi 40 años y estábamos hambrientos. Nos acercábamos peligrosamente al mediodía y había que hacer algo al respecto, así que Wilinchi nos sugirió ir a visitar a la Melchorita en el distrito de Grocio Prado y luego aprovechar para comer cerca, según él sabía, en uno de los buenos sitios alrededor. Eso hicimos, nada que reprochar. Llegando, en la Plaza nos recibió la más variada feria de comidas organizada por el colegio del distrito. Más de uno se animó por la causa y algún picarón pero nosotros preferimos esperar al almuerzo para dar rienda suelta al apetito creciente que traíamos desde Lima. Paseamos por un santuario de la Melchorita que la verdad está terriblemente cuidado, con mal gusto decorado y tristemente presentado. Punto no destacable. Sin embargo justo al frente nos enamoró una tienda hecha de mimbre y detalles, de arte y trabajo, de manos y creatividad. Los más variados adornos, carteras, sombreros, sillas, forros y un interminable etcétera de artículos de mimbre delicadísimamente bordados a mano. Mi esposa se enamoró de un sombrero y yo me enamoré de ella usándolo. En ese momento se convirtió en compañero de viaje.
Finalmente, ¡hora de comer! Y el dato era un restaurante a la vuelta, así que bordeamos la manzana y en la esquina lo vimos, un restaurante sin letrero ni mucha convicción aparente por recibir a tan numeroso grupo, sin embargo nos arriesgamos a darle una oportunidad. Cada quien pidió lo suyo, entre arroces con pato, manchapechos (¿saben que es? Luego les cuento…), milanesas y por ahí un seco con frejoles. A mí me tocó compartir un arroz con pato con mi esposa, ¡es que era enorme! Yo soy de buen comer, como dice mi abuela “a ti que te mantenga el gobierno” pero ese plato era para mandarme a dormir si me lo comía solo, así que mita mita mi amor. Aunque mi querido Víctor Hugo tuvo que terminarse algo de 4 platos por convicción más que por hambre, así que algo más comí en aras de ayudarlo. Como dije antes, nada que reprochar. Delicioso inicio de viaje, un arroz con pato NOTABLE.
Terminada la comilona, el grupo se dividió. De los 18, 16 siguieron camino a Ica y 2 nos quedamos en Chincha. Ellos harían Paracas el 29 pero en nuestra agenda eso era tema del 30, así que nos quedamos en nuestro hotel. Buen hotel, recomendable. Acogedor al máximo, excelente trato y buenos precios. No en la mejor ubicación, pero la verdad que no es algo que afecte, lo compensan sobradamente. Si van a Chincha, busquen el Hotel Súmar y verán lo que les digo.
De pronto nos encontramos solos en Chincha, la tarde caía y pensamos en buscar las huellas de mis abuelos pero ya era tarde, no será hoy. Complicado entrar en callecitas de noche. Mejor esperamos un poco y salimos a reconocer la noche chinchana mi amor. A ver que nos trae.
La verdad no trajo mucho, eran las 8pm y las bodegas ya estaban cerradas. La vida nocturna era casi nula para ser 28 y la idea a la que nos resistíamos terminó primando. Vamos a conocer el Casa Andina. La mejor decisión posible. Fuimos al bar del hotel y nos encontramos con un lugar muy bello, con gente muy cálida y con tragos muy ricos. Pasaron los minutos y pasamos nosotros al ambiente de karaoke a divertirnos un rato. Pero espera un momento, es 28 de julio y estamos en Chincha así que esto no está bien. Afuera en el bar empezaba a armarse la peñita y eso nos devolvió al cauce. Salimos. Tremenda jarana con guitarra, cajón y cantante de lujo. Voz privilegiada, actitud de grande y todo el repertorio que hace de nuestra música lo que es, todo ello con un desfile de sours de diferentes sabores y cervecitas heladas. Terminamos cerrando la jarana cantando a coro un desgarrado “Cuando llora mi guitarra”.
Ya como epílogo, nos regresamos un rato a la sala de karaoke pero ya las criollas empezaron a desfilar en pantalla y un nutrido grupo que incluyó un reencontrado amigo y su familia, cantábamos a coro.
El día uno terminaba y era hora de volver al hotel, mañana nos espera más que ver, comer y conocer y quizás, con suerte, me cruce con mi abuela de joven y con mi herencia de historia. A descansar, mañana continuamos…

1 comentario:

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