jueves, 30 de junio de 2011

Tocar el cielo – Segunda parte

Cuando pasas de los treinta, cuando te vas acercando a los cuarenta, ya eres un poco más cuidadoso para afirmar “la música es mi vida”. No como cuando muchachos, ahí nos sabíamos dueños de la verdad y dueños de la música. Lo que escucha mi papá es música de tíos, se malea para poner esa canción, ¿cómo escucha algo tan bajo?¿muy fuerte? si está bajísimo, si no voy a ese concierto me muero, para mí el guitarrista es Dios, es un maestro de maestros.
Yo recuerdo que cuando ya era capaz de definir mis gustos personales como la comida, los amigos, mi equipo de fútbol, los estudios o la música, en este último rubro me costaba mucho poder establecer favoritos. Tenía las más variadas influencias provenientes de diversas fuentes. Por un lado, mi madre que religiosamente veía Enhorabuena con el recordado Jorge Henderson y que me mexicanizó en los gustos musicales. Puedo decir con total franqueza que semana a semana escuchaba sin falta los últimos éxitos de Luis Miguel, Emmanuel, Pandora, Daniela Romo, Julio Iglesias y demás hispanos destacados que Henderson entrevistaba y que el Perú entero seguía. Por otro lado, no hay recuerdo más valioso para mí que el de mi Mamama quien a diario y sin fallar recorría la casa escoba en mano cantando “Garufa” y volviéndome de a pocos tanguero a muerte. Teníamos una radiola en la sala, de esas enormes que era un mueble en sí misma, donde giraban los tangos y girábamos nosotros en la alfombra al compás de Gardel. Así además, aprendí a bailar tango. Es muy difícil que algo así no se te tatúe en el alma. Como para no dejar de aportar, y como buscando elementos de conexión ante una frágil relación presencial, mi padre y su fanatismo por las rancheras y Los Panchos me trazaron una línea muy fuerte por el bolero y los clásicos, incluyendo las películas.
Además de las influencias en las ramas superiores de mi árbol genealógico, con los años mis primos fueron influenciando en mí también, desde el mejor rock clásico hasta las pinceladas de Grease, John Cougar, Bon Jovi, Chicago y Air Supply que me trasladaba Uschi, hasta la guerra de volúmenes que sus dos hermanos protagonizaban en casa. En una esquina, Gonzalo dándole de alma al criollismo con Eva Ayllón, el Zambo Cavero o Manuel Donayre, y en la otra Eduardo que se sumergía en Depeche Mode, New Order, Kon Kan y todo el wave posible. Yo siempre escuché todo, siempre sentí que podía identificar lo mejor de cada uno y saber que al margen de los géneros, me gustaban los talentos.
Es así que en medio de esta mezcla de estilos, poco a poco me fui perfilando como un convicto y confeso Beatlemaniaco. Empecé con los yeah yeah tradicionales y luego fui reconstruyendo cassette a cassette toda la discografía, acompañando cada canción con su respectivo Funky Hits para cantarlas y alucinándome un poco con la guitarra. Mi cuarto fue poco a poco pasando de habitación a santuario, con posters, recortes, dibujos y demás formas de homenajear a tremendos monstruos de la música en todos sus géneros. Y realmente en todos sus géneros, pues yo juraría reconocer en su música además de baladas o rock, new wave, acercamientos al metal, punk, boleros cantineros, una suerte de rancheras y demás estilos musicales en varios temas. Sería mezquino nombrar canciones específicas, simplemente The Beatles marcó mi vida y la sigue marcando. Tengo curiosidad de saber si a mi buen amigo Giancarlo ya le gustan, en la época universitaria me decía que le parecían “muy felices” y que se quedaba con Metallica.
Los años han pasado y los gustos se han ido definiendo, o en todo caso lo que prefiero escuchar. Nunca fui de géneros específicos, más me gustaban artistas concretos, pero ya ahora me he vuelto un tipo que disfruta canciones puntuales. Con gran facilidad para generar compilados y con marcada tendencia a clásicos reactualizados e inmortales. Una canción, la única que nombraré hoy, que me gusta demasiado últimamente y que escucho mucho, sobre todo cuando necesito recargar las pilas se llama “Keep On Trying” de la banda Poco. Altamente recomendable.
En los años más recientes, los grandes se acordaron que Perú podía ser destino y empezaron a venir para la sorpresa (al ver que no se cancelaban los conciertos) y la euforia de todos (al ver que de verdad, de verdacito, por Dios, lo tenías al frente) pues pensábamos que no sería en esta vida. Es así que al menos yo, con un gran esfuerzo y mucha irresponsabilidad, he podido asistir a algunos de los grandes y volar a épocas de mi vida en que una canción era un suceso mayor que la caída de la Bolsa o el nacimiento de un sobrino. Pude estar ahí cuando KISS explotó en Lima, cuando Depeche Mode nos hizo disfrutar del silencio, cuando Pet Shop Boys armó un espectáculo tipo Broadway sensacional, en la noche agotadora de derroche de Metallica que nos dejó agotados a todos y, entre otros finalmente, pude vivir un momento que jamás pensé que se haría realidad. Pude ver a un Beatle en concierto. Me perdí de ver a muchos y me los seguiré perdiendo, pero ese día, esa noche, me di cuenta que efectivamente The Beatles siguen marcando mi vida y gracias a Dios que es así. El hecho que una banda de locos “demasiado felices” sigan siendo mis referentes, a mí me gusta. A mí me alegra. Yeah yeah!
Esa noche que jamás olvidaré cumplí un sueño más grande que ver a Paul McCartney en vivo, cumplí el sueño de compartir ese momento con mi esposa y que ella pueda sentir en su piel el PORQUE, que entienda mis razones para amar a la música y lo que me lleva a llorar ante momentos como ese. Abrazarla, besarla y cantar juntos hasta quedar afónicos a coro con Paul, entre muchos temas el NAAAA NA NA NANANANAAAAA HEY JUDE durante 10 minutos nos hizo juntos tocar el cielo.

1 comentario:

  1. Estimado

    Debo reconocerme en muchas de tus palabras. Esa noche con Macca fue inolvidable para todos los que estuvimos alli. Nosotros, que vivimos conectados a la musica y a los espectáculos, no podemos dejar de sentir ese momento como un hito en nuestras vidas, un punto de climax único e irrepetible.

    Lo que sentimos ese dia fue inenarrable. Fue inevitable dejar escapar algunas lagrimas al escuchar en vivo y alli delante de nosotros al mismisimo Paul Mc Cartney interpretar himnos como Yesterday , Hey Jude y tantas canciones que nos acompañaron a lo largo de nuestras vidas durante tantos años, fue como si viejos amigos por fin se conocieran personalmente y se dieran un gran abrazo.

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